La fermentación con levadura madre, los tiempos, el horneado y la calidad de la materia prima: La harina, hace que los grissini se conviertan en un glorioso pan. Apetitosos en todas sus formas se saborean con placer en familia o con los amigos, son fáciles de acompañar con salami, jamón, hortalizas, salsas, brochetas… Los Torinesi (de Turín) son sin duda los más apreciados y famosos grissini. Naturales, largos y sutiles, crujientes y ligeros, nos deleitan con su fragancia y sabor a pan recién horneado. Los Salerti tienen el sabor justo, tan original y especial por la sal marina en la corteza.
Los bastoncillos enriquecidos con el sabor a pizza logran una unión excelente y apetitosa, ideal para aperitivos o como acompañamiento. Grissini con sabor a orégano, romero, clásico o mediterráneo, con aceitunas negras, integrales, con sésamo etc. toda una sinfonía para nuestro oído: el último sonido que se puede escuchar es una vez que se ha ingerido y disfrutamos de un sonido al masticarlo.
Su origen se remonta a 1668 en la corte de la Familia Real de Savoya, donde el cocinero turinés y proveedor de la corte, Antonio Brunero, los inventó. Parece que incluso a Napoleón Bonaparte apreciaba tanto esta especialidad piemontesa que se los hacía importar a París.
Los grissini: Otra forma de tomar pan