El vino vesubiano tiene unos orígenes muy antiguos. Los griegos plantaron en las faldas del Vesubio la vid Aminea Gemella progenitora de todas las vides locales y que según Linore Columella es la actual Greco del Vesuvio. La historia de estos vinos llega a su esplendor con el imperio romano que plantarà las vides que darán vida al Lacryma Christi.
Otras variedades autóctonas: Caprettone, Aglianico, Falanghina, Piedirosso y Catalanesca hacen que en este suelo volcánico el cultivo de las uvas, las terrazas, la orientación, la exposición solar, la poda etc. den como máxima expresión estos vinos: Sorrentino Vesuvio.
Leyenda: “Lucifer, ángel del mal, expulsado del Paraiso consiguió robar un trozo que se lo llevó consigo a la tierra; esto poco del Edén formó el golfo de Nápoles. Dolorido por esta pérdida, Jesucristo empezó a llorar derramando sus lágrimas justo, allí, en el Vesubio; de estas suaves lágrimas nacieron las vides con uvas de sabor angelical: "Lacryma Christi".