No es una droga ni un aroma, es un mineral que su uso se confunde con la historia de la humanidad. La sal es un complemento alimentario rico en minerales y oligoelementos: calcio, magnesio, fósforo, potasio, zinc, cobre, azufre, hierro, yodio, sodio…
La sal realza los aromas sin desnaturalizar en la cocina. Sirve, además, para conservar los alimentos guardándoles sus propiedades organolépticas intactas durante varios meses sin alteración. En la Edad de Bronce, los hombre aprendieron a dominar la técnica de evaporar el agua salada para recoger la sal (sal marina); de las minas de sal marina fósil se extrae la sal gema.
El hombre necesita unos 6 grs diarios de cloruro de sodio, que sirve para regular el agua entre el interior y el exterior de las células. Un exceso de sal tiene efectos negativos en el sistema circulatorio y en la tensión arterial. Los hipertensos sustituirán la sal común por otras ricas en magnesio, potasio o amonio.
Sales especiales: Sal gris Guerandes de Bretaña (Francia) recogida a mano, mantiene el color gris por las partículas de arcilla que conserva así como el aroma y el sabor de la alga Dunalliela Salina, Sal Maldon de Essex (Inglaterra) es una flor de sal que necesita de unas condiciones climatológicas muy especiales para favorecer el depósito sobre las aguas salinas de una capa de cristales planos.
Sal del Himalaya fue la sal del antiguo océano desplazada, al norte de la cadena montañosa ,a las altiplanicies (3000 metros de altitud). Fue impregnada y compactada por los fluidos magnéticos procedentes de las capas profundas de la litosfera. Estas filtraciones minerales del magma enriquecen a esta sal y el hierro le otorga ese extraordinario color rosa.