LA PIZZA DESDE LA ANTIGÜEDAD

Nombres diferentes: “Laganun” (Oracio y Apicio), “Tractum” (Catone), “Tracta” (Plinio), “Placenta” (Catone y Oracio)), “Libum” (Catone), “Moretum” (Virgilio y Apicio) y “Picca” (Oracio), pero siempre una bola aplastada realizada con un amasado de harina y agua, sin levadura, guarnecida con productos como hierbas salvajes, manteca de cerdo, ajo, cebolla y queso cocida en hornos rudimentarios.

Con el paso de los siglos, los romanos soberbiamente mejoran la selección de granos (en un principio de espelta) originarios de Mesopotamia, se incorpora la albahaca y la mozzarella (que llega de Asia) y el tomate traído por los españoles de Perú aunque sea de las islas Galápagos.

Arqueólogos han encontrado en Pompeya (ciudad arrasada por el volcán Vesubio en el año 79 d.C.) restaurantes que se asemejan a las pizzerías modernas.

A finales de 1900, exactamente en los últimos 50 años del siglo, la pizza conoce un verdadero triunfo en todo el mundo sea como desarrollo, sea como negocio, pero sobre todo, como cultura histórica gastronómica italiana