Una apariencia modesta que cela una promesa de gusto y sabor.
“Por una aceituna, (recitaba con énfasis un personaje inventado por el humorista milanés, Giovanni Mosca) se puede también delirar”.
El origen de las aceitunas está en una vasta zona entre el Cáucaso y los montes iraníes, allí el fuerte árbol de olivo crece como uno de los más antiguos y nobles.
La ramita, recogida por la paloma, para anunciar a Noé el fin del diluvio ha marcado al olivo el inicio de una simbología que se ha enriquecido con los siglos, a través de civilizaciones de oriente y occidente. Atenea lo dona a Grecia.
Las aceitunas consideradas de mesa, se distinguen de aquellas molidas en las almazaras para extraer el aceite, encuentran largo uso en la cocina: Caza, ensaladas, pizze, salsas, guarniciones (de quesos y embutidos), rellenos, aperitivos.
El secreto de una buena aceituna está en su preparación que puede ser con sal, con agua salada o secas.
Las aceitunas negras se suelen preferir para los alimentos cocidos mientras, que las verdes se prefieren crudas.
Las aceitunas verdes “schiacciate” de Sicilia “almasicily” están condimentadas con aceite, ajo, plantas aromáticas, guindilla, encurtidos (pimiento, cebolla). Ricas en fibra, vitamina E, betacaroteno, antioxidantes.
Obviando, por un momento la etiqueta y en un regalo a la gula, untarse los dedos en un gesto fugaz, que nos permita degustar alguna, antes de prepararnos con calma a la comida.
Receta: Olive ripiene