El Pesce d'Aprile es nuestro 28 de diciembre, el día de los Santos Inocentes.
Se presenta por sorpresa, rellena de mofas y condimentada con risas. Se paladea con ironía.
Realmente es una broma, una burla, una clamorosa “tomadura de pelo”. Así lo llaman en Francia, en Inglaterra es el “día de los tontos”. En Italia se usa por 1ª vez en un escrito del 1865 mientras que en Francia ya se cita en 1655. Reírse del prójimo es una idea muy antigua e inmensamente civil, aunque no sea por todos vivida de esta manera.
Plutarco escribió “Vita de Marc'Antonio” donde narra cómo Cleopatra gasta una broma a Antonio. En los momentos de ocio pescaban. A Antonio no le gusta mucho, se aburre, entonces manda a un esclavo clavar un pez en el anzuelo. Cleopatra, no tonta, entiende el truco y manda a un esclavo suyo que ponga un arenque del Mar Negro en la caña de Antonio que cogido “in fraganti”, burlado delante de todos por Cleopatra, monta en cólera. Era por abril y en la mente de la gente quedó como prototipo este hazme reír.
El duque Francisco de Lorena es hecho prisionero y encerrado en el castillo de Nancy por el rey Luis XII, el 1º de abril del 1634 consigue fugarse ¡a nado!
El 1º de abril entre los años 81-96 d.C. el Emperador Domiciano convoca de imprevisto al Senado. Su familia, de los Flavia, es gente muy seria, han construido el Coliseo en 5 años. En la ciudad se respira temores, alarmas, emociones… El Emperador llega al Foro, donde no falta nadie, seguido por dos esclavos que llevan un gran paquete. Domiciano camina en silencio, ceñudo. Se sienta con aire severo. El Senado espera. Domiciano alarga toda esta tensión. Después, con un gesto, manda a los esclavos que abran el paquete de donde sale un enorme pez que se desliza por el suelo. Domiciano mira a los presentes inexpresivo , uno por uno. Después, mira al pez y… de golpe salta una carcajada y llorando por la risa contenida, pregunta: ¿cómo lo tenemos que cocinar?
El rey Felipe “El Bueno”, el de Juana de Arco, tiene en su corte un bufón, Kolling. El rey lo desafía: “Mañana, 1º de abril, debes gastarme una broma, buena, y te llenaré el sombrero de monedas de oro. Si me desilusionas te cortaré la cabeza”. En secreto, el rey manda emborrachar al bufón; así que, ese día, Kolling aparece ante el rey en condiciones desastrosas, no puede gastarle la broma. El rey manda cortarle la cabeza sin que Kolling sea consciente de lo que ocurre. Pone la cabeza en el cepo, tiene los ojos medio abiertos… sólo en el último momento parece darse cuenta, mira a su alrededor, ve al verdugo y lanza un grito esperando que la afilada espada corte su cuello en dos, pero el verdugo no tiene una espada en la mano, sino una riestra de salchichas con las que le golpea la cabeza, cayendo al suelo sin dar señales de vida. Ha muerto de miedo. El rey grita “Kolling, mi queridísimo amigo, yo no quería… cómo podré perdonarme… por qué habré cometido esa locura contigo… era sólo una broma”. Se oye una voz, fuerte y clara “también lo mío es una broma. Majestad, ahora te toca llenarme el sombrero”. Que el bufón consiguiera engañar al rey fue algo que gustó mucho al pueblo, tanto que, hasta los soldados de la Guerra de los Cien Años, allá por el 1453, lo contaban para no aburrirse.
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